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Fred R. Coulter

Ministro

 

15 de agosto de 2024

 

Queridos hermanos,

 

          USA se encuentra ahora en un momento históricamente crítico mientras se prepara para las elecciones presidenciales ¡más importantes de la historia! El 13 de julio, en una campaña al aire libre en Butler, Pensilvania, un asesino casi mata al expresidente Donald J. Trump. Sin embargo, parece que en el último segundo un ángel debió haber desviado la cabeza de Trump de la bala que se aproximaba, y solo alcanzó la parte superior de su oreja derecha, salvándole la vida. Trágicamente, un hombre del público detrás de Trump murió y otros dos resultaron heridos. Al parecer, el ataque bien planeado fue llevado a cabo por un pistolero solitario. Pero numerosos errores y malos juicios del Servicio Secreto y las autoridades locales hicieron posible el intento fallido.

          Nuestro actual presidente, Joe Biden, dijo pública y repetidamente que Donald Trump debe ser eliminado. Apenas unos días antes del intento de asesinato, dijo en televisión que “Trump tiene una diana en la espalda”. Lo escuché decirlo mientras veía las noticias. Después del tiroteo, me pregunté qué había dicho Biden y pensé: "¿Fue esa declaración realmente una señal para los planificadores ocultos del Estado procedieran con el asesinato?" Esa idea puede ser correcta o no. Sin embargo, eso es lo que dijo Biden, ¡y eso es lo que ocurrió poco después! ¡Solo Dios lo sabe!

          No hay duda de que la experiencia cercana a la muerte de Trump lo ha convertido en un hombre diferente. ¡Él sabe que fue salvo por la mano de Dios! Seis días después, en la Convención Nacional Republicana, cuando Trump aceptó la nominación a la presidencia, las primeras palabras que pronunció fueron: “¡POR LA GRACIA DEL DIOS TODOPODEROSO, ESTOY AQUÍ ANTE USTEDES ESTA NOCHE!” Sin duda, nunca olvidará ese estrecho roce con la muerte, especialmente si es elegido como el presidente 47 de USA.

          La semana siguiente, los líderes del Partido Demócrata obligaron a Joe Biden a abandonar su candidatura a la reelección para un segundo mandato como presidente. ¡Este fue el primer “golpe” contra un presidente en ejercicio en la historia de USA! Luego seleccionaron a Kamala Harris como su candidata reemplazante.

          El 5 de noviembre sabremos quién gana: ¡Donald Trump o Kamala Harris!

          La guerra continúa entre Ucrania y Rusia. Al mismo tiempo, la guerra en Medio Oriente entre los judíos y Hamás, Hezbolá e Irán se acerca cada vez más a una posible Tercera Guerra Mundial. En Asia, los chinos continúan amenazando a Taiwán, buscando expandir su poder.

          Jesús profetizó acerca de tales acontecimientos hace casi 2.000 años: “Y oirán de guerras y rumores de guerras. Miren que no dejen que estas cosas los perturben. Porque es necesario que todas estas cosas tengan lugar, pero el fin no es aún. Porque nación se levantará contra nación, y reino contra reino; y habrá hambres y pestilencias y terremotos en diferentes lugares. Ahora, todas estas cosas son el comienzo de dolores” (Mateo 24:6-8).

          En el relato de Lucas, Jesús añade que sucederán varios acontecimientos más: “Y cuando oigan de guerras y revoluciones, no estén aterrorizados; porque es necesario que estas cosas ocurran primero, pero el fin no vendrá inmediatamente.” Entonces Él les dijo, “Nación se levantará contra nación, y reino contra reino; habrán también grandes terremotos en diferentes lugares, y hambrunas y pestes; y habrán avistamientos temerosos y grandes señales del cielo” (Lucas 21:9-11).

          Los problemas del mundo no son físicos—son espirituales: Además de enfrentar una destrucción masiva a través de guerras y desastres naturales, las naciones del mundo enfrentan problemas económicos y sociales sin paralelo en la historia de la humanidad. Están utilizando todos los medios a su disposición en sus intentos de resolver estos problemas—pero nada parece funcionar. Cuanto más lo intentan—gastando más billones intentando rescatar sus economías—los problemas sólo empeoran y se complican más. ¿Por qué? Porque cuando los humanos rechazan a Dios y se niegan a obedecer Sus leyes y mandamientos, quedan abandonados a su suerte bajo la influencia de Satanás el diablo. Por tanto, todas sus soluciones fracasan. Todo se centra en este proverbio: “Hay un camino el cual parece recto a un hombre, pero el fin del mismo es el camino de muerte” (Proverbios 14:12).

          Por lo tanto, los verdaderos problemas no son económicos ni sociales—¡SON ESPIRITUALES! Las naciones del mundo han abandonado a Dios, han rechazado Su gobierno en sus gobiernos y vidas individuales. Odian a Dios. Se burlan de Él. Aborrecen y rechazan las leyes y mandamientos de Dios.

          Dios inspiró a Isaías a profetizar sobre las crisis insolubles de la humanidad durante estos últimos tiempos: “He aquí, la mano del SEÑOR no está acortada que no pueda salvar, ni está Su oído pesado que no pueda oír. Pero sus iniquidades han venido entre ustedes y su Dios, y sus pecados han escondido de ustedes Su cara, que Él no oirá, porque sus manos están profanadas con sangre, y sus dedos con iniquidad; sus labios han hablado mentiras, su lengua ha murmurado perversidad. Nadie exige justicia, ni alguien aboga por la verdad; ellos confían en vanidad y hablan mentiras” (Isaías 59:1-4).

          Dios no está lejos, ¡pero el pecado y la iniquidad han separado a la humanidad de Dios! Las naciones quieren seguir su propio camino, hacer y seguir sus propios planes, que están cargados de iniquidad y nunca funcionarán. Isaías continúa poniendo al descubierto los problemas espirituales de nuestros tiempos: “Conciben malicia y dan a luz iniquidad. Incuban huevos de víboras y tejen la telaraña; el que come sus huevos muere, y eso que es aplastado sale en una víbora. Sus redes no llegarán a ser ropa, ni ellos se cubrirán a sí mismos con sus obras; sus obras son obras de iniquidad, y los actos de violencia están en sus manos.

          “Sus pies corren al mal, y se dan prisa a derramar sangre inocente; sus pensamientos son pensamientos de iniquidad; desechos y destrucción están en sus caminos. No han conocido el camino de paz, y no hay justicia en sus caminos. Han hecho caminos torcidos para sí mismos; quienquiera que vaya en ellos no conocerá paz. Por tanto la justicia está lejos de nosotros; ni la rectitud nos alcanza. Esperamos la luz, pero he aquí, oscuridad; brillo, pero caminamos en sombras profundas. Vamos a tientas a lo largo del muro como el ciego, y vamos a tientas como si no tuviéramos ojos. Tambaleamos al mediodía como en la noche; entre aquellos que son fuertes, nosotros somos como hombres muertos” (Isaías 59:4-10).

          Ése es el estado de las naciones del mundo hoy. Sus problemas son espirituales, no físicos ni económicos. No se dan cuenta de que Dios está juzgando activamente a todas las naciones de la tierra en todo momento.

          ¿Cómo juzga Dios a las naciones? Pocos entienden por qué este mundo está tan desordenado—porque ven las cosas desde una perspectiva humana. Están buscando una respuesta que apoye su propia agenda política/personal o justifique su falta de voluntad para asumir responsabilidades. Como resultado, sus conclusiones son todas erróneas. Deberían tratar de comprender cómo Dios ve y juzga a las naciones del mundo.

          En la Biblia, Dios deja claro que Él está juzgando activamente a las naciones por Sus leyes y mandamientos. Y Él los recompensa en consecuencia con bendiciones o maldiciones. Note lo que le dijo a Jeremías: “Si en cualquier momento Yo hablare concerniente a una nación, y concerniente a un reino, para arrancarlo y para derribarlo, y para destruirlo; si esa nación, contra la cual he hablado, se volviera de su maldad, Yo me arrepentiré del mal que pensé hacerles. Y si en cualquier momento Yo hablare concerniente a una nación, y concerniente a un reino, para construirlo y para plantarlo; si esa nación hace mal a Mi vista, y no obedece Mi voz, entonces Me arrepentiré del bien con el cual dije que les haría bien” ” (Jeremías 18:7-10).

          Dado que Dios es Gobernador Soberano del mundo, son Sus juicios los que resultan en bendiciones o maldiciones sobre las naciones—todo según el grado de obediencia (o desobediencia) de ellas a Sus leyes y mandamientos (ver Deuteronomio 28 y Levítico 26).

          Hay dos ejemplos bíblicos destacados de líderes nacionales (junto con su pueblo) que se arrepienten de su maldad cuando Dios les advirtió. En ambos casos, Dios aceptó su arrepentimiento y se arrepintió del mal que había pronunciado contra ellos. El primero fue durante los días del rey Josías de Judá, como se registra en II Crónicas 34. El segundo ejemplo se encuentra en el libro de Jonás, a quien Dios envió como profeta para advertir al rey asirio en Nínive. En ambos casos, los reyes se arrepintieron y pidieron a todo el pueblo que se arrepintiera de su maldad y obedeciera a Dios.

          Una clave importante para entender cómo Dios juzga a las naciones es que Él espera que guarden Sus leyes y mandamientos en la letra de la ley. Cuantos más mandamientos guarden como pueblo o nación, más bendiciones recibirán de Dios. Cuanto más transgreden las leyes de Dios, mayor es el grado de maldiciones que recibirán de Dios.

          Por lo tanto, para comprender los acontecimientos que presenciamos en el mundo actual, debemos ver las cosas desde la perspectiva de Dios—a través del lente de las Escrituras.

          Es por eso que siempre debemos permanecer cerca de Dios el Padre y de Jesucristo a través de la oración y el estudio de la Biblia—para que podamos comprender los eventos proféticos a medida que se desenvuelven. Como dijo Jesús: “Ahora, aprendan esta parábola de la higuera: Cuando sus ramas ya se han hecho tiernas, y brotan sus hojas, ustedes saben que el verano está cerca. En la misma manera también, cuando vean todas estas cosas, sepan que está cerca, incluso a las puertas. Verdaderamente les digo, ésta generación no pasará en ninguna manera hasta que todas estas cosas hayan tenido lugar. El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras nunca pasarán. Vigilen, por tanto, porque no saben a qué hora viene su Señor” (Mateo 24:32-35, 42).

          Hermanos, realmente les agradecemos todo su amor, oraciones y continuo apoyo. Sabemos que todos enfrentamos tiempos difíciles, por lo que apreciamos su continua diligencia en crecer y vencer a través de Jesucristo y el poder del Espíritu Santo. Los amamos y oramos por ustedes diariamente, como sabemos que ustedes oran por nosotros. Que Dios los siga bendiciendo con Su gracia, amor y bendiciones en todas las cosas.

 

Con amor en Cristo Jesús,

 

Fred R. Coulter

 

FRC